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CAPITULO 3º: DE NUEVO EN LA CARRETERA,




En aquella época, jóvenes y sin apenas experiencia en afrontar la vida (la mía se puede resumir en el Ejercito y en las vivencias que por España tuve a mi salida y la de Maria, ninguna en absoluto ya que su educación fue muy dura y férrea por parte familiar) tuvimos que arreglarnos con lo poco que teníamos y buscar el trabajo que fuese para mi.
Cierto es que cuando la familia de ella se interponía tanto entre nosotros y nuestro futuro juntos, yo tenia mas fuerzas para luchar y arramplar con todo, pro mas vale maña que fuerza, como dice el refranero popular.

Ya vivíamos en un apartamento a las afueras de Murcia, cuando empecé a buscar trabajo encarecidamente,  como recordaran, por aquel entonces no vivíamos la situación de dificultades que hoy y encontrar un empleo era relativamente sencillo.
Ante nuestro asombro nadie, absolutamente nadie, me contrato. Parecía como si la familia de Maria hubiese repartido mi foto por todo Murcia para que nadie me cogiese como empleado, o esa fue la impresión que yo tuve. Tres meses después de vivir esta incomoda situación, decidimos salir de nuestra ciudad para intentar dejar atrás los problemas que por ende aparecían en nuestro camino. Con esta idea, llegamos a Orihuela (Murcia), donde encontré finalmente empleo en un almacén y donde nos instalamos en un piso a vivir, Maria y el que aquí escribe. Y entonces paso.

EL MAYOR REGALO DE TODA MI VIDA.

Las situaciones que vivíamos juntos Maria y yo fueron muchas: tanto de amor y de ternura como de miedo y duda. Todo a nuestro alrededor estaba en nuestra contra (a excepción de mi madre, como no) y los sentimientos a los que nos vimos sometidos ese tiempo fueron especialmente intensos. Con apenas 20 años, habíamos tenido que abandonar Murcia por le no reconocimiento de nuestro amor, (que locura….) pero estábamos convencidos totalmente de ello; aun hoy lo estoy y sin duda lo volvería a hacer. Pero no por la aventura, no; íbamos a ser padres de una niña, porque Maria se quedo embarazada.

Una hija… nacida en medio de todo este embrollo, lo cual no era aconsejable. Maria, una vez confirmada totalmente la noticia, quiso decir a sus padres la buena nueva y comunicarles que iban a ser abuelos. A mi ni me parecía lo correcto, ya que eran ellos quienes no estaban a favor de nuestra relación por el matrimonio concertado que le habían arreglado a la madre de mi hija. Pensé que tal vez, al nacer un bebé de nuestra unión, se diesen cuenta de que lo nuestro iba en serio y de que nos queríamos por encima de todo. Eso creí yo, y por lo tanto Maria acudió a su casa para dar la noticia. El resultado no puso ser peor, nos llamaron de todo; tanto a mi como su hija, (yo no me encontraba presente, al estar trabajando), y no aceptaban de ninguna manera que de tal unión se pudiese concebir una vida. Fue peor que si lo llegamos a ocultar, algo que nos hubiese hecho vivir los días posteriores con más sosiego.

Pero eso no fue lo peor de todo. Ojala hubiese ahí, el padre, cristiano católico apostólico romano hasta la médula - yo diría mas que el papa,- golpeo fuertemente a Maria mientras gritaba tales impropios, le pegó sabiendo que estaba embarazada, y algo totalmente insólito ocurrió entonces le pidió que abortara a toda costa. Que le negase la vida a mi futura hija, todo ello por el mísero ansia de poder que al padre le venia a la cabeza con el matrimonio antes concertado. Todo ello, repito, para ascender en la escala social de la congregación de los neocatecumenales. Un católico pidiéndole a su propia hija que abortara después de haberla pegado. Todo un ejemplo de bondad cristiana.