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CAPITULO 2º MI VUELTA A MURCIA:





Llegado el momento, decidí volver a Murcia ya que la vida me había dado muchas juergas, amigos, fiestas y demás gozos y estaba algo cansado de, como dicen algunos, “disfrutar al máximo”. Alquile un piso a mi vuelta y pretendí buscar un trabajo que pudiera mantenerme. Pero las cosas no iban a ser tan fáciles: los padres de Maria la amenazaban con casarse, algo que por supuesto ella no había elegido y la situación se volvía cada vez mas tensa. Como yo no quería que Maria sufriese tal acoso, le ofrecí mi casa para que se quedara en ella el tiempo que quisiera, no sabiendo la que se me venia encima por hacer aquello mismo.

Encontré finalmente en una tienda de electrodomésticos, donde las cosas me fueron bastante bien; trabajaba sin parar, recogía electrodomésticos   que los clientes no querían y los llevaba a la chatarra, me daban propinas… vamos, que vivía bien, cenábamos donde queríamos, nos divertíamos como queríamos u no nos faltaba de nada en aquel feliz tiempo.
Hasta que todo se acabó en un abrir y cerrar de ojos; los padres de Maria se dieron  cuenta de que no estaba en casa de su futuro marido. El padre, mas concretamente, perdió tanto los estribos que cuando hablo con su hija y esta le contó todo sobre mi (incluso donde trabajaba).
Se presento en la tienda de electrodomésticos a decir a mi jefe que era una persona con problemas, drogadicto y que no era fiable. Yo no había visto en mi vida la cara del padre de Maria. ¿Esto es la caridad cristiana?

OPERACIÓN ACOSO Y  DERRIBO

El problema que tenía ante mi era considerable: tenía que mantener mis ingresos al ser independiente y mi jefe me dijo que no me renovarían días mas tarde, cuando anteriormente me anunciaron que no había ningún problema, primer hecho grabe contra mi persona; el padre había conseguido que me echasen del trabajo – para que el lector vea como se las gastan los neocatecumenales- incluso sin conocerme de nada, solo por estar con su hija y ayudarla en esos momentos tan difíciles. Pero como su fin no era el mió, intento destruirme por todos los medios.

 Me anduve rápido y acudí al medico quien, muy amablemente me extendió un baja medica tras contarle lo sucedido que me permitió durante dos meses que no me echaran del trabajo y siguiese cobrando el sueldo. Realmente, esto fue un soplo de oxigeno a nuestros problemas, necesitábamos tiempo para saber que hacer y la baja nos la otorgo, decidimos finalmente salir del centro de Murcia y coger un apartamento en las afueras, pensando que sus padres no nos encontrarían. Pero que ilusos éramos por aquel entonces…




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